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Lee las cuatro versiones con mucha atención y compáralas. ¿Qué parecidos o diferencias observas?
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ESOPO (~VI a.C) | |||||||||
Una lechera llevaba en la cabeza un cubo de leche recién ordeñada y caminaba hacia su casa soñando despierta. "Como esta leche es muy buena", se decía, "dará mucha nata. Batiré muy bien la nata hasta que se convierta en una mantequilla blanca y sabrosa, que me pagarán muy bien en el mercado. Con el dinero, me compraré un canasto de huevos y, en cuatro días, tendré la granja llena de pollitos, que se pasarán el verano piando en el corral. Cuando empiecen a crecer, los venderé a buen precio, y con el dinero que saque me compraré un vestido nuevo de color verde, con tiras bordadas y un gran lazo en la cintura. Cuando lo vean, todas las chicas del pueblo se morirán de envidia. Me n pondré el día de la fiesta mayor, y seguro que el hijo del molinero querrá bailar conmigo al verme tan guapa. Pero no voy a decirle que sí de buenas a primeras. Esperaré a que me lo pida varias veces y, al principio, le diré que no con la cabeza.
Eso es, le diré que no: "¡así! "
La lechera comenzó a menear la cabeza para decir que no, y entonces el cubo de leche cayó al suelo, y la tierra se tiñó de blanco. Así que la lechera se quedó sin nada: sin vestido, sin pollitos, sin huevos, sin mantequilla, sin nata y, sobre todo, sin leche: sin la blanca leche que le había incitado a soñar.
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El género hindú que más ha inflluido sobre las literaturas occidentales ha sido el cuento. Algunos adoptan la forma de fábula, otros de cuentos de hadas, otros más realistas.
De entre todas las colecciones destaca el Panchatantra. Es la colección más antigua de fábulas de la literatura sánscrita. Data probablemente del siglo IV a. C. y está basada en colecciones anteriores de cuentos populares. Las fábulas, principalmente de animales, están organizadas en cinco libros, y tratan de temas como la amistad, la pérdida de la propiedad y la guerra. Su propósito original era instruir a un príncipe joven sobre cómo obtener el éxito en la tierra. El texto sánscrito original se ha perdido, pero del Panchatantra se hicieron muchas redacciones y refundiciones, además de traducciones a otras lenguas. El rey Alfonso X mandó traducir al castellano una versión árabe que, con el título de Calila y Dimna, se extendió por Europa.
Entre estas fábulas aparece "La olla rota" que es un eslabón más de lo que
conocemos como "El cuento de la lechera".
La olla rota
En cierto lugar vivía un brahmán llamado Svabhakripana, que tenía una olla llena de arroz que le habían dado de limosna y que le había sobrado de la comida. Colgó esta olla de un clavo de la pared, puso su cama debajo y pasó la noche mirándola sin quitarle la vista de encima, pensando así:
-Esta olla está completamente llena de harina de arroz. Si sobreviene ahora una época de hambre podré sacarle cien monedas de plata. Con las monedas compraré un par de cabras. Como éstas crían cada seis meses, reuniré un rebaño. Después, con las cabras compraré vacas. Cuando las vacas hayan parido, venderé las terneras. Con las vacas compraré búfalas. Con las búfalas, yeguas. Cuando las yeguas hayan parido, tendré muchos caballos. Con la venta de éstos reuniré gran cantidad de oro. Por el oro me darán una casa con cuatro salas. Entonces vendrá a mi casa un brahmán y me dará en matrimonio a su hija hermosa y bien dotada. Ella dará a luz un hijo. Al hijo lo llamaré Somasarmán. Cuando tenga edad para saltar sobre mis rodillas, cogeré un libro, me iré a la caballeriza y me pondré a estudiar. Entonces me verá Somasarmán y deseoso de mecerse sobre mis rodillas, dejará el regazo de su madre y vendrá hacia mí acercándose a los caballos. Yo, enfadado, gritaré a la Brahmana: ¡Coge al niño! ¡Coge al niño! Pero ella, ocupada en las faenas, no oirá mis palabras. Yo me levantaré entonces y le daré un puntapié.
Tan embargado estaba en estos pensamientos, que dio un puntapié y rompió la olla, y él quedó todo blanco con la harina de arroz que había adentro y que le cayó encima.
Por eso digo yo: El que hace sobre el porvenir proyectos irrealizables, se queda blanco como el padre de Somasarmán
DON JUAN MANUEL (s. XIV) | |||||||||
Cuento VII
Lo que sucedió a una mujer que se llamaba doña Truhana
Otra vez estaba hablando el Conde Lucanor con Patronio de esta manera:
-Patronio, un hombre me ha propuesto una cosa y también me ha dicho la forma de conseguirla. Os aseguro que tiene tantas ventajas que, si con la ayuda de Dios pudiera salir bien, me sería de gran utilidad y provecho, pues los beneficios se ligan unos con otros, de tal forma que al final serán muy grandes. Y entonces le contó a Patronio cuanto él sabía. Al oírlo Patronio, contestó al conde: -Señor Conde Lucanor, siempre oí decir que el prudente se atiene a las realidades y desdeña las fantasías, pues muchas veces a quienes viven de ellas les suele ocurrir lo que a doña Truhana. El conde le preguntó lo que le había pasado a esta. -Señor conde -dijo Patronio-, había una mujer que se llamaba doña Truhana, que era más pobre que rica, la cual, yendo un día al mercado, llevaba una olla de miel en la cabeza. Mientras iba por el camino, empezó a pensar que vendería la miel y que, con lo que le diesen, compraría una partida de huevos, de los cuales nacerían gallinas, y que luego, con el dinero que le diesen por las gallinas, compraría ovejas, y así fue comprando y vendiendo, siempre con ganancias, hasta que se vio más rica que ninguna de sus vecinas. »Luego pensó que, siendo tan rica, podría casar bien a sus hijos e hijas, y que iría acompañada por la calle de yernos y nueras y, pensó también que todos comentarían su buena suerte pues había llegado a tener tantos bienes aunque había nacido muy pobre. Así, pensando en esto, comenzó a reír con mucha alegría por su buena suerte y, riendo, riendo, se dio una palmada en la frente, la olla cayó al suelo y se rompió en mil pedazos. Doña Truhana, cuando vio la olla rota y la miel esparcida por el suelo, empezó a llorar y a lamentarse muy amargamente porque había perdido todas las riquezas que esperaba obtener de la olla si no se hubiera roto. Así, porque puso toda su confianza en fantasías, no pudo hacer nada de lo que esperaba y deseaba tanto. Vos, señor conde, si queréis que lo que os dicen y lo que pensáis sean realidad algún día, procurad siempre que se trate de cosas razonables y no fantasías o imaginaciones dudosas y vanas. Y cuando quisiereis iniciar algún negocio, no arriesguéis algo muy vuestro, cuya pérdida os pueda ocasionar dolor, por conseguir un provecho basado tan sólo en la imaginación. Al conde le agradó mucho esto que le contó Patronio, actuó de acuerdo con la historia y, así, le fue muy bien. Y como a don Juan le gustó este cuento, lo hizo escribir en este libro y compuso estos versos:
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Félix María de Samaniego (s. XVIII) | |||||||||
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