miércoles, 25 de marzo de 2020

SELECCIÓN CAPÍTULOS DE El QUIJOTE




SELECCIÓN DE CAPÍTULOS DE EL FAMOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA

Estos son los capítulos de El  Quijote que tienes que leer para esta tercera evaluación. Además, teniendo en cuenta que la obra te va a gustar, puedes leer todos los demás que te apetezca.
Los capítulos de lectura sugerida van en rojo. En medio de ellos te resumo las principales peripecias de la novela para que no te pierdas.

  • Parte I:
Cap. 1.Arranque de la novela

D. Quijote se escapa de su casa para ser “caballero andante”.  En una venta del camino (que él cree que es un castillo) el ventero y unas mozas le arman caballero.

Cap. 4. Andresillo

A D. Quijote no le va demasiado bien en sus aventuras y vuelve a su aldea enfermo y apaleado.  Mientras convalece, el Cura, el Barbero y la Sobrina hacen el “escrutinio” de su librería, es decir, queman todos los libros que consideran que han vuelto loco a d. Alonso Quijano.  Sin embargo, apenas se restablece, vuelve a salir de su aldea, ya acompañado de Sancho.  Le ocurren varias aventuras (los molinos de viento, la pelea con un vizcaíno) y finalmente se encuentra con unos cabreros, con los que tiene la conversación que leerás en el capítulo 11.

Cap. 11. Discurso de la Edad de Oro

Después de conocer la historia de la pastora Marcela (un curioso personaje que defiende la libertad de la mujer), D. Quijote llega a una venta donde conoce a una mujer muy distinta: Maritornes.

Cap. 16. Maritornes

D. Quijote y Sancho continúan sus andanzas y entablan unos diálogos muy interesantes que nos ayudan a conocer a los personajes.  De aventura en aventura (el cuerpo muerto, la aventura de los batanes…) llegan a la conquista de…

Cap. 21. El Yelmo de Mambrino

Cap. 22. Los Galeotes

Después de lo sucedido con los galeotes, D. Quijote se tiene que esconder de la Santa Hermandad en Sierra Morena.  Allí aprovecha para hacer penitencia e intentar ser digno de su señora…

Cap. 25. Dulcinea

En Sierra Morena,  el Cura y el Barbero, que habían salido a buscarlo para intentar devolverlo a su casa, consiguen sacar a D. Quijote de la sierra mediante una estratagema, y lo llevan a una venta cercana donde se entrecruzan varias historias que no tienen que ver directamente con la del hidalgo: Cardenio, Luscinda, Dorotea, Fernando, la lectura de la novela de El Curioso impertinente, la batalla con los cueros de vino, la infanta Micomicona del Micomicón, el “discurso de las armas y las letras” (cap. 38), el Capitán Cautivo y, finalmente, el encantamiento de D. Quijote gracias al cual consiguen llevarlo a su aldea.

Cap. 52. Los disciplinantes.  Vuelta a la aldea.  El problema del autor.


  • Parte II:

De nuevo en su casa, el Cura y el Barbero intentan hacer reflexionar a D. Quijote sobre su locura, sin conseguir gran cosa.

Caps. 2, 3 y 4.  “El Quijote dentro del Quijote”

En cuanto se recupera, D. Quijote sale por tercera vez en busca de aventuras y lo primero que hace es dirigirse a El Toboso para ver a su amada Dulcinea.  No lo consigue, porque Sancho “la encanta” (si quieres saber por qué y cómo lee el capítulo 10.)

Cap. 11. Las Cortes de la Muerte

Para asombro de todos (el primero, el lector) D. Quijote se encuentra con otro caballero andante: el Caballero de los Espejos o del Bosque, al que derrota en una curiosa batalla.

Cap. 17. Aventura de los leones

Prosiguen las andanzas de D. Quijote: conoce al Caballero del Verde Gabán, los sucesos de Basilio el pobre y asiste a las bodas de Camacho el rico, pero D. Quijote tiene un objetivo, conocer…

Caps. 22 y 23.  La Cueva de Montesinos

De aventura en aventura, D. Quijote y Sancho llegan a la corte de unos duques, quienes los reconocen y acogen para burlarse de ellos.

Cap. 31. D. Quijote con los Duques.  El “cuento de Sancho”

En la corte de los duques, se explica la manera de desencantar a Dulcinea (azotando a Sancho) y aparece la dueña Dolorida (o condesa Trifaldi)  que explica su historia.  Después, llega una de las aventuras más fantásticas que le ocurren a los dos manchegos…

Cap. 41. Clavileño

Por fin Sancho consigue su sueño: ser gobernador de una “ínsula”…

Caps. 42 y 43.  Consejos de D. Quijote a Sancho

y toma posesión de su gobierno…

Cap. 45.  Sancho imparte justicia

Finalmente, Sancho se desengaña de eso de ser gobernador y renuncia a su mando para volver con D. Quijote. Ambos emprenden camino a Barcelona, donde siguen teniendo aventuras, como la de la cabeza encantada o la de “la hermosa morisca.”

Cap. 64.  Derrota de D. Quijote

D. Quijote y Sancho deciden hacerse pastores en tanto dura la pena de un año de retirada a que le obliga su derrota y emprenden camino de la aldea, a donde llegan en el cap. 72.  D. Quijote va enfermo de tristeza por los sucesos de la playa de Barcelona.

Cap. 74. Cordura y muerte de D. Quijote.

Para leer pincha aquí. Capítulos



En este blog encontrarás más información que te puede ser de ayuda para entender la obra. Sólo tienes que ir a la entrada UNA APROXIMACIÓN A EL QUIJOTE. Puedes utilizar el buscador del blog. 😉


El Ministerio de Educación, a través del Instituto de Tecnologías Educativas, nos ofrece este interesantísimo material. Ya sabéis, pinchad   AQUÍ. Podréis asumir los retos que os proponen respondiendo a los test y ahí valorar vuestra compresión de los capítulos leídos.



 Y para terminar te dejo un enlace a un interesantísimo cuestionario 50 preguntas sobre Cervantes y El Quijote. Las hubieras  sabido responder?

domingo, 22 de marzo de 2020

DÍA DE LA POESÍA


Ayer sábado, 21 de marzo, se celebró el Día de la Poesía. Yo quiero celebrarlo hoy con vosotros. No son " malos tiempos para la lírica",como dice la canción, sino que hoy más que nunca  la poesía es necesaria para afrontar estos duros momentos. Sí, la poesía es una auténtica  " arma cargada de futuro",  pero, sobre todo, de esperanza, de ilusión, de solidaridad y  de amor, en tiempos en los que los besos y los abrazos están prohibidos.
Por eso, SIENTE este  enorme abrazo  que te envío, a ti que estás leyendo esto,  en forma de canción .







Este poema, "Palabras para Julia", lo escribió José Agustín Goytisolo en los años 70 para su hija Julia, a la que había puesto ese nombre en memoria de su propia madre, fallecida en los bombardeos de la ciudad de Barcelona durante la Guerra Civil cuando el poeta era sólo un niño, hecho que le marcó profundamente y seguramente influyó en que arrastrara profundas depresiones a lo largo de toda su vida. De hecho, terminaría suicidándose a principios de este siglo. 

Ya veis que son consejos para ser feliz y no perder el ánimo "a pesar de los pesares". Y por eso yo quería compartirlo con vosotros (y con todo el mundo) hoy, en que necesitamos tanto ánimo  a pesar de tantos -y tan grandes- pesares.
Si queréis, podéis comentar en Comentarios cuál de las dos versiones os ha gustado más.

Tú no puedes volver atrás,
Porque la vida ya te empuja,
Como un aullido interminable,
Interminable.
Te sentirás acorralada,
Te sentirás, perdida o sola,
Tal vez querrás no haber nacido,
No haber nacido.
Pero tú siempre acuérdate
De lo que un día yo escribí
Pensando en ti, pensando en ti,
Como ahora pienso.
La vida es bella ya verás,
Como a pesar de los pesares,
Tendrás amigos, tendrás amor,
Tendrás amigos.
Un hombre solo, una mujer,
Así tomados, de uno en uno,
Son como polvo, no son nada,
No son nada.
Entonces siempre acuérdate,
De lo que un día yo escribí,
Pensando en ti, pensando en ti,
Como ahora pienso.
Nunca te entregues, ni te apartes,
Junto al camino, nunca digas
No puedo más y aquí me quedo,
Y aquí me quedo.
Otros esperan que resistas,
Que les ayude tu alegría,
Que les ayude tu canción,
Entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
De lo que un día yo escribí,
Pensando en ti, pensando en ti,
Como ahora pienso.
La vida es bella ya verás,
Como a pesar de los pesares,
Tendrás amigos, tendrás amor,
Tendrás amigos.
No sé decirte nada más,
Pero tú debes comprender,
Que yo aún estoy en el camino,
En el camino.
Pero tú siempre acuérdate
De lo que un día yo escribí,
Pensando en ti, pensando en ti,
Como ahora pienso.
💜

martes, 10 de marzo de 2020

TEMA: EL LAZARILLO DE TORMES (1º BACHILLERATO)



El Lazarillo suele presentarse como una de los primeras muestras de la novela picaresca, pero en rigor debe presentarse como una carta que contiene una autobiografía ficticia, narrada con una notable voluntad de estilo y construida con procedimientos empleados más tarde en la novela moderna.

EL TEXTO DEL LAZARILLO


Portada de la edición de Amberes (1554)
La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades apareció por primera vez en 1554, en cuatro ediciones diferentes. Lo más probable es que existiera una edición anterior hoy desconocida. Tuvo un notable éxito, pero pronto, en 1559 fue prohibida. En 1573 volvió a ser permitida su impresión, aunque expurgada. Se editó así desde entonces constantemente, sobre todo a partir de la aparición del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Hasta 1834 no volvió a publicarse en España el texto completo.

LA FECHA DE COMPOSICIÓN DEL LAZARILLO

No conocemos a ciencia cierta la fecha de composición del Lazarillo. En la misma obra aparecen ciertas referencias históricas, pero estas no son concluyentes. Tales referencias llevaría a situar la acción del Lazarillo entre 1510 y, quizá, 1546. Ello haría muy probable que la fecha en la que se escribió la obra fuera bastante próxima a la de las primeras impresiones conocidas, es decir, hacia mediados de siglo.

EL AUTOR DEL LAZARILLO

El Lazarillo se publicó anónimo y, posteriormente, se ha atribuido a muy diferentes autores. Ninguna de estas atribuciones aporta pruebas completamente convincentes. Las ideas que aparecen en la obra han llevado a los críticos a formular hipótesis sobre las características del autor: un erasmista, un converso o incluso un criptojudío[1], algún franciscano, un noble descontento con la sociedad de su tiempo…

[1] criptojudío: personas que profesan en secreto la fe judía, mientras se declara públicamente otra fe, en este caso la cristiana.

La paleógrafa Mercedes Agulló defiende la autoría de Diego Hurtado de Mendoza

En 2010 la paleógrafa Mercedes Agulló publicó su libro A vueltas con el autor del Lazarillo donde defendía que el autor era Diego Hurtado de Mendoza. A lo largo de sus investigaciones, Mercedes Agulló ha debido consultar numerosos inventarios de libros, tanto de impresores y libreros, como de personajes. En una de estas investigaciones dio con los libros del abogado Juan de Valdés, junto al inventario de ese Valdés, su hermana y testamentaria realizó el de los bienes y libros de Juan López de Velasco, de quien el abogado había sido testamentario.  López de Velasco fue encargado oficialmente de “castigar” el Lazarillo de 1573, es decir, de podarlo y censurarlo para poder sacarlo del Catálogo de los libros prohibidos. Junto a un importantísimo bloque documental de “papeles” americanos, se encontraba en una serie de serones y cajones el impresionante lote de documentos acumulados por don Diego Hurtado de Mendoza durante su larga vida, ya que Juan López de Velasco se había encargado de la administración de su hacienda. Ahí encontró, al lado de una copia de Las guerras de Granada y otros papeles de la hacienda de Carmona, dos líneas que dicen: “Un legajo de correcciones hechas para la impresión de Lazarillo y Propaladia.”
Mercedes Agulló insiste en que “desde luego, nada puede darse como absolutamente definitivo, pero el hecho de que el legajo con correcciones hechas para la impresión de Lazarillo se hallara entre los papeles de don Diego Hurtado de Mendoza, me ha permitido desarrollar en mi libro una hipótesis seria sobre la autoría del Lazarillo, que fortalecida por otros hechos y circunstancias apunta sólidamente en la dirección de don Diego.”
Pero… ¿quién era Diego Hurtado de Mendoza?
Don Diego de  Mendoza fue un hombre fascinante. Nació en la Alhambra en torno a 1500. Su padre, Íñigo López de Mendoza, Capitán general del Reino de Granada, ejercía de gobernador, y el joven Diego recibió una educación exquisita, contando con los mejores profesores de la época. Conocía el latín, el griego, el hebreo y el árabe, entre otras lenguas. Fue delegado del emperador Carlos V en el Concilio de Trento y embajador en la corte de Inglaterra, en Roma y en Venecia, donde se convirtió en una personalidad respetadísima, protector de Vasari y Tiziano, entre otros.
Fue un hombre extrovertido y generoso, adoraba a su hermana María Pacheco, mujer del comunero Juan de Padilla, para quien pidió el perdón real. Mecenas de pintores y escritores, lector infatigable de manuscritos, era nieto del Marqués de Santillana, amigo de Gracián y santa Teresa de Jesús, y recibió elogios literarios de Lope de Vega: “¿Qué cosa aventaja a una redondilla de don Diego Hurtado de Mendoza?”
Los contemporáneos de Diego Hurtado de Mendoza le atribuían el mérito de haber introducido en España la sátira literaria y le adjudicaban la mayoría de textos jocosos, anónimos o publicados con seudónimo. Tenía, pues, mucha fama como autor de textos satíricos lo que llevó a que se le haya considerado desde siempre uno de los más firmes y probables candidatos para la autoría del Lazarillo, hasta el punto de que hubo ediciones de la obra en que su nombre aparecía como autor.
Su vida pública fue todo menos apacible; por ejemplo, siendo gobernador de Siena fue acusado por sus enemigos de irregularidades financieras y el proceso que exigió para demostrar su inocencia se falló treinta años después con su absolución.
Gozó del afecto y el favor del emperador Carlos V, pero Felipe II, sin embargo, lo detestaba y fue ruin con él. La investigadora cree que el verdadero motivo de su desafecto “era el deseo del rey de hacerse con la biblioteca de don Diego, una de las más destacadas en la época, tanto en impresos como en su valiosísima colección de manuscritos. Le regaló al rey seis o siete baúles llenos de manuscritos árabes”.
Tras un accidente se le gangrenó la pierna y tuvieron que cortársela. A los cuatro días, el 14 de agosto de 1575, murió y fue enterrado en el Monasterio de la Latina.

La carta

La novela se plantea, pues, como una carta que Lázaro de Tormes escribe para satisfacer la curiosidad de un personaje cuyo nombre no se indica, pero al que se dirige con el tratamiento de “Vuestra Merced”, intentando aclararle con detalle un incidente en el que se halla involucrado por los cotilleos de la ciudad: la supuesta relación entre su mujer y el señor a quien ambos sirve, el Arcipreste de San Salvador.
No era raro en esta época que, a falta de otros medios de comunicación más efectivos, se aclarasen por carta chismes y cotilleos. Tal costumbre en la vida cotidiana llegó a convertirse en una moda literaria: los autores del siglo XVI no solo publicaban su correspondencia auténtica, sino que, en muchos casos, mezclada con esta, solían incluir cartas inventadas, dirigidas a personajes de ficción, como también debió de ser ese “Vuestra Merced” a quien Lázaro se dirige.
Estas cartas se denominaban cartas mensajeras y tuvieron extraordinario éxito en la época. Estaban escritas en lengua vulgar y servían para contar noticias, aclarar o divulgar chismes, etc. En Italia, las cartas mensajeras constituyeron un gran éxito editorial a partir de la aparición en 1538 de Le lettere de Pietro Aretino. En España fueron igualmente famosas las Epístolas familiares de fray Antonio de Guevara.

La autobiografía

El género epistolar explica ya de por sí el uso de la primera persona, al que se han buscado otros modelos.
La forma autobiográfica se impone a principios del siglo XVI en la ficción en prosa por la influencia de Luciano y Apuleyo, cuyas obras empiezan a traducirse en este momento.
  • El asno de oro es una novela escrita por el autor latino Apuleyo en el siglo II. En ella, el joven aristócrata Lucio relata cómo se ve convertido en asno tras un hechizo. Bajo este aspecto pasará por el servicio de diferentes amos y sufrirá su brutalidad. La novela, que aprovecha relatos anteriores, pasa revista a algunas realidades de su época: el adulterio, la lujuria, el robo, el engaño, la falsa religiosidad, etc. El humor es uno de los rasgos más destacables.
  • Baldus. Escrito por el italiano Teófilo Folengo, consiste en una parodia de los libros de caballerías y de los poemas heroicos. En esta obra un personaje de origen humilde relata su autobiografía, y en ella aparece la pareja del ciego y su ayudante.
  • Autobiografías ficticias. Se trata de un subgénero asentado en la España de la época.
  • Novelas italianas y relatos populares. Muchos de ellos tratan sobre ladronzuelos, maleantes y otros pillos que se aprovechan de la credulidad de las personas.
  • Otros escritos. Por ejemplo, los relatos fantásticos de Luciano de Samosata, el Crotalón de Cristóbal de Villalón o las narraciones tradicionales de origen árabe.
Al aunar estas influencias con la observación directa de la realidad contemporánea, el escritor del Lazarillo mostraba su pretensión de verosimilitud, un propósito muy ligado al humanismo.

La estructura

Como hemos señalado antes, la composición del Lazarillo se articula en torno a dos modelos estructurales: la autobiografía y la epístola. Todos los elementos adquieren un sentido porque forman parte de la historia de la vida contada por él mismo, siguiendo un modelo de carta dirigida a un desconocido “Vuestra Merced”.
La obra se compone de un prólogo y siete tratados, que varían mucho en extensión. Para Francisco Rico, el autor ha seleccionado aquellos trozos de la vida de Lázaro que más se relacionan con el “caso”: relata con detalle los episodios de mayor relevancia y pasa más rápidamente por los restantes.
La novela se fundamenta en el aspecto folclórico de lo que cuenta y se rige por la simetría y por el número tres tradicional de los cuentos. La narración presenta tres simetrías bastante claras: tres situaciones del primer capítulo se reproducen de alguna manera en el primero:






Prólogo
Se elogia la novedad que se va a tratar, señalando que, según los gustos de cada cual, se puede obtener de su lectura deleite o provecho moral. Además, se menciona la honra y la fama que los libros aportan a quienes escriben y se justifica la redacción de la autobiografía como respuesta a la petición hecha por “Vuestra Merced”
Los siete tratados se organizan también en torno al número tres.

1ªparte. Tratado I-III: proceso de aprendizaje de Lázaro-niño
Los tratados I al III, los más extensos, forman un bloque en el que Lázaro niño va descubriendo con sufrimiento el mundo que le rodea y en el que debe aprender a sobrevivir.
  • Tratado I. Relata con ironía los orígenes humildes del protagonista, hijo de un molinero ladrón y de una mujer que, tras quedarse sin marido, ejerce diversos oficios. Es su madre quien decide entregarlo a un ciego, que es el encargado de despertar a Lázaro de la inocencia infantil y hacerle ver que la astucia es indispensable para vivir. El maltrato recibido provoca que Lázaro se vengue de él y lo abandone.
  • Tratado II. El motor del aprendizaje será el hambre, que su nuevo amo, el cura de Maqueda, le hace pasar. La avaricia de este clérigo le obliga a ingeniar continuas tretas para poder mantenerse. Es el primer amo religioso de Lázaro y en él se critica su carácter avaro, egoísta y falto de caridad.
  • Tratado III. Lázaro sirve a un hidalgo pobre o escudero, con el que al tema del hambre se suma la obsesión por la honra de su amo, que le impide trabajar para sobrevivir. Esta postura, incomprensible para el protagonista, despierta su compasión por el noble, que acaba por abandonarla protagonista. En este tratado aparece el estamento de la nobleza y Lázaro evoluciona moralmente, al empatizar con su amo.
2ª parte. Tratados IV -V-VI: adolescencia de Lázaro
En estos tratados aparece un Lázaro algo más maduro, que se pone al servicio de un fraile de la Merced y un vendedor de bulas. Con ellos mejora su situación pero también  comprueba la vida poco cristiana de algunos clérigos y cómo el engaño se ha convertido en un patrón habitual de conducta social.
  • Tratado IV: Lázaro se asiente con un fraile de la Merced, quien le regala su primer par de zapatos. Es la primera propiedad de Lázaro y la primera señal de mejora. El personaje del fraile entronca con la tradición de los clérigos lujuriosos y libertinos. Lázaro lo abandona al poco de entrar a su servicio: “Y por esto y por otras cosillas que no digo, salí dél.”
  • Tratado V: el quinto amo de Lázaro, el buldero, está tomado de la realidad cotidiana de la España de Carlos V. El buldero era un predicador profesional, contratado para aumentar la venta de las bulas. Una bula era una indulgencia o privilegio, que otorgaba el Papa a cambio de una limosna y que dispensaba a quien la obtenía de ciertas obligaciones religiosas o litúrgicas (especialmente en cuestiones relacionadas con el ayuno de Cuaresma) Las bulas fueron concebidas inicialmente para contribuir a los gastos de las cruzadas contra los moros.
  • Tratado VI: Lázaro sirve a un pintor de panderos y al capellán de la iglesia mayor de Toledo. La identidad del pintor de panderos resulta difícil de precisar, ya que en la época existían “maestros de pintar” o “maestros pintores”, a cuyo servicio tenían un aprendiz que molía los colores. Lo más probable es que Lázaro se refiera a un buhonero o a un vendedor ambulante de panderetas y objetos afines. Los buhoneros tenían mala reputación y se dedicaban a actividades semejantes a las del buldero: vendían productos atribuyéndoles especiales poderes curativos o milagrosos.
  • En cuanto al capellán, forma parte de los personajes del clero que explotaban la concesión de un negocio, desoyendo las condenas enérgicas de los autores cristianos.
3 ª parte. Tratados VII: madurez de Lázaro
  • Tratado VII: Lázaro sirve a un alguacil, una especie de policía de la época, a quien abandona al poco de entrar a su servicio por ser un oficio peligroso.
El arcipreste de San Salvador le consigue un puesto de pregonero en Toledo y concierta la boda entre Lázaro y su criada, quizá para ocultar sus relaciones con la mujer. Este es el “caso” que ha motivado la redacción de la carta dirigida a Vuestra Merced.
Aunque Lázaro lo considera una suerte y un logro magnífico en su vida, el oficio de pregonero era considerado como uno de los más infames y viles; pero estaba bastante bien remunerado, según los sueldos que le asignan las ordenanzas de Toledo. [2] Su trabajo consistía en vender vinos y otras mercancías por las calles, acompañar a los delincuentes en las ejecuciones.
La costumbre de los clérigos de casar a sus amancebadas con criados suyos y para acallar posibles rumores y disimular tanto los embarazos como los abortos era relativamente frecuente. Las pragmáticas prohibían al matrimonio vivir en casa del sacerdote, por eso Lázaro y su esposa se instalan en una “casilla” cercana. También castigaban duramente, con diez años de galeras, al marido que consentía el amancebamiento de su mujer con el clérigo en cuya casa servía. Por ello, Lázaro insiste en negar la veracidad de los rumores para eludir la pena de galeras.
[2] Para que os hagáis una idea: en las subastas públicas, los pregoneros percibían treinta maravedíes (unos 480 euros) por cada mil maravedíes recaudados (16000 euros) y en las ejecuciones cobraban dos maravedíes  diarios (32 euros).

Personajes


En la variedad de personajes que pueblan el Lazarillo, de diferente extracción social, encontramos otra muestra de la original integración de realidad y literatura. Destacan:

Lázaro, el pícaro protagonista

Es un mozo de humildes orígenes que para hacerse un hueco en el mundo está dispuesto a ejercer diversos oficios, a veces poco lícitos. Lázaro es un personaje desarraigado, marcado por el deshonor y la pobreza. Debe luchar por su propia supervivencia en un medio hostil, lo que consigue con ingenio y astucia

Es consciente de que vive en una sociedad dominada por el engaño y la hipocresía. No tiene ideales; su única preocupación en la vida es saciar el hambre y mejorar social y económicamente.  Con el ciego toma conciencia de su propia soledad y la asume. Evoluciona a lo largo de la obra y, al final, ya maduro, es un hombre cínico y oportunista, que acepta sin escrúpulos una situación deshonrosa.

La creación del personaje de Lázaro va a ser un rasgo de gran importancia en la constitución del nuevo género literario: es característica de la novela moderna que los personajes se vayan modificando a la par de las circunstancias de la vida. Este rasgo se encuentra ya en el Lazarillo, cuyo protagonista va cambiando desde el principio al fin de la obra. El Lázaro niño es muy distinto del Lázaro adulto. La importancia de este hecho se refleja incluso en la estructura misma de la obra. La novela consta de un prólogo y de siete tratados. El último tratado revela que la obra es una carta de contestación en la que se explica un caso: las habladurías en torno a las relaciones de la mujer de Lázaro con el arcipreste de san Salvador. El caso tiene una importancia fundamental porque es el pretexto para que el personaje cuente su historia. Debido a ello, la novela se estructura desde el final, porque los episodios que en ella se incluyen son seleccionados para explicar el caso. Los otros seis tratados pueden dividirse en dos partes: los tres primeros, más extensos, muestran el aprendizaje de Lázaro en la adversidad. En los otros tres, Lázaro empieza a mejorar su nivel de vida. Ha aprendido lo suficiente para sobrevivir, lo que explica que consienta las relaciones adúlteras del arcipreste con su mujer, ya que éste le ha proporcionado un modesto empleo.
La familia de Lázaro
Los lazos familiares marcan a Lázaro con la deshonra desde sus orígenes, ya que su padre y su padrastro son acusados de ladrones y su madre no parece llevar una vida demasiado honorable. También el comportamiento de su mujer es deshonroso.
El ciego
Recoge limosna a cambio de oraciones. Este personaje era también reconocible para los lectores de la época, no solo por su presencia real en las calles, sino por ser además un modelo con abundantes precedentes literarios, como el Baldus. Algunas de las anécdotas que le suceden a Lázaro tienen su origen en relatos tradicionales. Su carácter irascible y suspicaz lo llevan a escarmentar violentamente a Lázaro cuando este trata de quitarle a escondidas comida, y entre ellos va creciendo un rencor que acaba con la venganza y el abandono de Lázaro. Sin embargo, es el ciego quien lo despierta de su inocencia y le enseña la necesidad de ser astuto en la vida.
El cura de Maqueda
Representa la figura del avaro, conocida  desde la literatura antigua. Su codicia y su gula suponen una crítica a la falta de valores cristianos en algunos sectores eclesiásticos. El hambre que Lázaro sufre con él lo obliga a aguzar su ingenio nuevamente para alimentarse.



El hidalgo
Pertenece a la capa más baja de la nobleza y encarna la obsesión por la honra heredada y la limpieza de sangre, que le hacen simular una apariencia que no se corresponde con su miserable vida. Aunque en el siglo XVI tenían el privilegio de no pagar impuestos, su orgullo les impedía trabajar en ningún oficio que no fuera el de escudero, por lo que su situación económica era, a veces, muy difícil. Lázaro critica sus consideración exagerada de la honra pero se compadece de él y le consigue alimento.
El buldero
Es un personaje que vive aprovechándose de la ingenuidad de los fieles cristianos, un tipo frecuente en un momento en que era habitual la venta de bulas y privilegios papales. Con la escenificación del falso milagro acaba con la poca ingenuidad que le quedaba a Lázaro.
El arcipreste de San Salvador
Es una prueba más de la hipocresía y el interés material común a otros personajes de la obra. A pesar de ello, el protagonista lo considera su protector. El “Vuestra Merced” a quien se dirige Lázaro aparece citado como amigo del arcipreste y probablemente sea algún superior suyo.

El espacio y el tiempo

El espacio de la novela no es el anacrónico de los libros de caballerías, ni el arcádico de la novela pastoril, tampoco se sitúa en el viaje por tierras lejanas como en la novela bizantina.  El Lazarillo es una novela itinerante, es decir, el protagonista se mueve por distintos lugares siguiendo a sus amos, aunque este “viaje” se reduce a una estrecha franja comprendida entre las provincias de Toledo y Salamanca. El Lazarillo se localiza, por otra parte, en un espacio urbano, que facilita la práctica de comportamientos irregulares.
En cuanto al tiempo ya se ha señalado que en el Lazarillo se producen desfases entre el tiempo que duran los hechos narrados y el que dedica el narrador, Lázaro adulto, a narrarlos. La infancia de Lázaro, hasta los doce años, ocupa solo unos pocos párrafos. Sin embargo, al corto periodo que pasa con el ciego se le dedican bastantes páginas, así como su estancia de seis meses con el escudero. Con este último es significativa la extensión adjudicada, al principio del tratado III, al tiempo que transcurre desde la mañana hasta la hora de “comer”. Indudablemente, el narrador-protagonista selecciona los acontecimientos que considera relevantes para la explicación del “caso”.

Los temas

La obra ofrece, como hemos visto, una dura visión de la sociedad de la época. De los asuntos que el Lazarillo aborda críticamente, en ocasiones con tono humorístico e irónico, cabe destacar tres:
La religión
Desde una postura cerca al erasmismo —aunque con matices, como hemos visto—, el libro recoge la actuación de algunos religiosos cristianos que, alejados por completo de los valores evangélicos, demuestran vivir en función de sus intereses materiales individuales. La avaricia, la falsedad y la lujuria son los vicios más criticados.
La honra
Entendida como opinión que los otros tienen de una persona, se convierte en una obsesión para el personaje del hidalgo. Está asociada en él a las ideas del linaje y la limpieza de sangre, que le impiden trabajar para ganarse el pan y le hacen vivir obsesionado por las apariencias. Frente a esta honra heredada, Lázaro opone la idea de una honra ganada con trabajo, que al final queda ensombrecida por su situación de marido consentidor.
El individualismo
Por un lado, no hay valores universales que muevan a los personajes de la obra: cada uno actúa por sus propios intereses materiales, sirviéndose del engaño y aprovechándose de los otros. Por otro, es la perspectiva individual la que construye el aprendizaje y la visión del mundo del protagonista.

El estilo de la obra

Conviene advertir la diferencia notable del lenguaje de esta obra con respecto a las narraciones habituales de la época. Si en los relatos sentimentales, pastoriles o caballerescos la norma es el estilo elevado con el uso de un lenguaje refinado alejado de la norma habitual, la lengua del Lazarillo es llana, espontánea y carente de artificiosidad, lo que es coherente con la traza realista de la novela.
La verosimilitud y el decoro poético obligan a emplear un estilo humilde, en concordancia con la clase social del protagonista. Son habituales los giros del habla popular y los refranes. Además, el humor  y la ironía están presentes en numerosos pasajes de la novela.

  • No obstante, el prólogo está construido de acuerdo con las normas de la retórica clásica y en él el lenguaje es elevado, aunque no exento de ironía.

El Lazarillo, según hemos visto, tiende a repetir situaciones y escenas, desde el primer al último capítulo, procurando una dispositio basada en la simetría. El procedimiento afecta también a la elocutio y se traduce en el empleo de variados recursos de repetición, que dotan al discurso de gran ingenio e ironía. Nuestro autor pone en práctica a menudo los siguientes recursos:
  • La paronomasia: “al tercer día me vino la terciana derecha”; “¿Qué es eso, Lazarillo? Lacerado de mí, dije yo.”
  • La bimembración: “al uno la de mano besada y al otro de lengua suelta”, que a veces desemboca en antítesis: “allí lloré mi trabajosa vida pasada y mi cercana muerte venidera”.

Como hemos visto antes, la búsqueda de la verosimilitud y el respeto del decoro poético hace que el protagonista utilice una lengua coloquial y familiar. La de Lázaro adopta el uso de Toledo, considerado desde los tiempos de Alfonso X como el mejor modelo lingüístico para el castellano. El autor anónimo emplea palabras bajas como “jarro”, “cogote”, “narices”, “parir”…, pero eleva su lengua a categoría estética, de acuerdo con las pautas marcadas por los humanistas: “escribir como se habla y hablar como se escribe”

La lengua del Lazarillo también refleja la duplicidad de su protagonista. Lázaro exhibe un gran dominio del lenguaje, cuyo constante uso del doble sentido, coincide con su comportamiento en “el caso”.  La ambigüedad del lenguaje de Lázaro coincide con su ambigüedad moral. Esto se percibe especialmente en los solecismos del texto [3], las expresiones admirativas y de afecto y las expresiones proverbiales que no solo contribuyen a realzar el realismo del personaje (es normal que un personaje sin cultura como Lázaro cometa errores al expresarse) sino que además juegan el papel de la ambigüedad.

[3] Falta de sintaxis; error cometido contra las normas del algún idioma.
[4] Figura retórica que consiste en emplear al final de dos o más enunciados  u oraciones  palabras de terminación fonética o gramatical semejante.
INTERPRETACIÓN Y SENTIDO DE LA OBRA

Esta novela permite, al menos, tres lecturas distintas, pero perfectamente  compatibles:
  1. El Lazarillo como novela de aprendizaje.
  2. El Lazarillo como crítica social e incluso política.
  3. El Lazarillo como crítica religiosa.

El Lazarillo como novela de aprendizaje

Según el prólogo de la obra, no solo se pretende hacer reír, sino servir de ejemplaridad. El Lazarillo de Tormes es una novela de transgresión: es la justificación de la indignidad y la delincuencia para sobrevivir que acepta la sociedad imperante.
La novela, como hemos visto, narra la evolución del protagonista desde su infancia hasta la edad adulta. Lázaro pierde la inocencia infantil ya al principio de la obra, cuando el ciego lo golpea la cabeza contra el toro de piedra del puente de Salamanca. El propio muchacho es consciente del cambio que va a experimentar su vida.
“Paresciome que en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba. Dije entre mí: “Verdad dice este, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me sepa valer.”
Lazarillo de Tormes es la historia de una corrupción: la miserable vida del muchacho va justificando su progresiva degradación. Sin embargo, cuando el escudero lo trata con amabilidad, Lázaro es my generoso con él, lo que demuestra que su malicia no reside en su temperamento, sino que proviene del maltrato sufrido con los otros amos.  El protagonista va aceptando paulatinamente el esquema de valores de una sociedad en su proceso de integración en el sistema. Al principio, Lázaro se expresa con comentarios y pensamientos: “dije entre mí”; conforme avanza su inserción, hay menos, porque ya no necesita aprender la lección: ya la ha aprendido.
El final de la obra es demoledor: la prosperidad de Lázaro se identifica con su deshonra, con el hundimiento de su dignidad personal  y su aceptación total de la hipocresía y la falsedad como formas de vida.

El Lazarillo como crítica social e incluso política

Desgraciadamente, en el siglo XVI el hambre que obsesiona a Lázaro era un problema muy real. El desprecio por los oficios manuales, así como las sucesivas crisis alimentarias y económicas, habían causado una oleada de pobres que, como el ciego, iban mendigando de un sitio a otro.
Por otra parte, el Lazarillo parodia los nuevos valores humanistas que se habían iniciado en el siglo XVI:
La mentalidad medieval consideraba las clases sociales tan inmutables como el orden cósmico y condenaba enérgicamente la pretensión de ascender en la escala jerárquica; los humanistas, en cambio, a finales del siglo XV, empezaron a introducir nuevos planteamientos, afirmando que la herencia y la fortuna carecían de valor sin la virtud (virtus) y el esfuerzo individual (strenuitas y sapientia). El Lazarillo parece ilustrar ambas posturas.
Nuestro protagonista narra su vida no solo para explicar el “caso”, sino como ejemplo de los principios humanistas: “y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y maña remando salieron a buen puerto”.
Lázaro habría conseguido, en efecto, ascender algún grado en la escala social: de hijo de un molinero ladrón y de una prostituta ha alcanzado, superando numerosas dificultades, un cargo en la administración pública y la amistad de un personaje de cierto poder; pero, por otro, no parece haber mejorado el estatus de sus padres: la “cumbre de toda buena fortuna” consiste en la boda con una barragana de un cura y el nombramiento de pregonero. La primera lectura concuerda con las ideas humanistas, mientras la segunda se hace eco de la actitud medieval. Pero aún puede pensarse en otra tercera lectura planteada desde las perspectiva del humanismo: Lázaro no asciende porque no ha practicado la virtud.
La causa del deshonor del protagonista encierra una clara alusión a la conducta poco cristiana de su señor y a la connivencia de la ley para con los poderosos: si la justicia se abate sobre el miserable Zaide, nada, en cambio, amenaza al rico eclesiástico.
El concepto de honra también es objeto de la ironía del autor del Lazarillo. No olvidemos que la proporción de hidalgos, nobles de menor rango que tenían a veces gran prestigio, pero escasas posesiones, era casi del diez por ciento en el conjunto de la población española.
La obsesión por la honra es lo que condena al escudero a vivir en la miseria. Por eso Lázaro dice:
“Dios es testigo que hoy día, cuanto topo con alguno de su hábito con aquel paso y pompa, le he lástima con pensar si padece lo que aquél le vi sufrir.”

El Lazarillo como crítica religiosa

El libro critica la  hipocresía, la avaricia, la miseria material y moral y la lujuria de la sociedad, en general, pero especialmente del estamento eclesiástico (cinco de los nueve amos de Lázaro son clérigos).
Hay en el libro una dura crítica a los representantes de la Iglesia que comparten dos rasgos: la avaricia y la lujuria. Esta imagen tan dura de los religiosos entronca con la tradición medieval y, por tanto, carece de cualquier vinculación con un pensamiento reformista, cuyos defensores no reprochaban a los sacerdotes vivir mal, sino “creer mal”. como demostró Bataillon. Tampoco es erasmista el uso paródico y cómico de expresiones y fórmulas religiosas.
Sí se vincula con el erasmismo, en concreto con el Elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam, la conducta del marido complaciente con el engaño de su mujer que, por otra parte, era un ejercicio retórico frecuente entre escritores tanto castellanos como italianos.

(Adaptado del blog de lclcarmen)

ACTIVIDADES

1. En primer lugar, ¿qué te parece si pruebas a realizar tu propio mapa conceptual de la información aportada ?

2. A continuación, lee el fragmento siguiente y contesta a las preguntas.  ATENCIÓN : sólo actividad 8. Pincha aquí.

3. Para terminar, redacta un comentario de texto de este otro fragmento, teniendo en cuenta los siguientes apartados: localización, resumen, tema, estructura interna, características de la novela picaresca presentes en el texto y  análisis del lenguaje (especial atención a los recursos literarios).
 POR FAVOR, MANDAD FOTOS Y CAPTURAS DE TODOS LOS EJERCICIOS . SON IMPRESCINDIBLES PARA PODER CALIFICAR VUESTRO TRABAJO .

En este tiempo vino a posar al mesón un ciego, el cual, pareciéndole que yo servía para adestrarle, me pidió a mi madre y ella me encomendó a él, diciéndole cómo era hijo de un buen hombre, el cual, por ensalzar la fe, había muerto en la de los Gelves y que ella confiaba en Dios no saldría peor hombre que mi padre y que le rogaba me tratase bien y mirase por mí, pues era huérfano.
Él respondió que así lo haría y que me recibía no por mozo, sino por hijo. Y así le comencé a servir y adestrar a mi nuevo y viejo amo.
Como estuvimos en Salamanca algunos días, pareciéndole a mi amo que no era la ganancia a su contento, determinó irse de allí, y cuando nos hubimos de partir yo fui a ver a mi madre, y ambos llorando, me dio su bendición y dijo:
-Hijo, ya sé que no te veré más. Procura ser bueno y Dios te guíe. Criado te he y con buen amo te he puesto: válete por ti.
Y así me fui para mi amo, que esperándome estaba.
Salimos de Salamanca y, llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal y, allí puesto, me dijo:
-Lázaro, llega el oído a este animal y oirás gran ruido dentro de él.
Yo simplemente llegué, creyendo ser así. Y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome:
-Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.
Y rió mucho la burla.
Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que como niño dormido estaba. Díjeme entre mí:
"Verdad dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo voy, y pensar cómo me sepa valer."
Comenzamos nuestro camino, y en muy pocos días me mostró jerigonza. Como me viese de buen ingenio, holgábase mucho y decía:
-Yo oro ni plata no te puedo dar; mas avisos para vivir muchos te mostraré.
Y fuese así: que después de Dios, éste me dio la vida, y siendo ciego me alumbró y adestró en la carrera de vivir.


Vocabulario:
Adestrarle: servirle de guía.Gelves: batalla en la isla de Gelves que está frente a Túnez.Par de la piedra: junto a la piedra.Jerigonza: lenguaje especial.
Holgábase: se alegraba.